Tuve frío y hielo en la boca, ganas de que se me quedaran pegados tus labios a mis besos, y reír, sentir tu calor como bombillas encendidas, quedar a salvo de todas las razones imposibles que nos impiden todavía encontrarnos. Vivir como gatos de Madrid por los tejados sin que la multitud que atraviesa las aceras sepa a dónde vamos
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