Nuestros idiomas a voces cantados

Hay que ser más amables con los idiomas y hacerlos más humanos. El idioma no manda, habla, pero nos encerramos con los idiomas en nuestra casa, familia, pueblo o cualquier otro lugar del mundo. Hoy me di cuenta que nos encerraban en lugares solo por hablar un idioma sin saber siquiera de donde provienen los idiomas que hablamos. Lo más bello de todo este cruce de idiomas está en lugares del espacio mínimo como las Glosas emilianenses o silenses que algún monje escribiera en los márgenes en las anotaciones en este idioma y euskera al margen de un libro religioso escrito en la latín. Pero de dónde venía ese monje, ¿esos idiomas venían de pueblos vascos a pueblos castellanos o al revés? ¿En qué sentido cada uno de ellos? Que sentido le dió ese monje a esos idiomas, cuántos de ellos que allí habitaban los hablaban ¿Llegó ese monje a ese monasterio desde algún otro lugar encerrado en sí mismo? O fue un conjunto de líneas escritas desde la distancia más lejana todavía. Realmente no lo sé ni lo sabe nadie como se multiplican las palabras, como se ingresan en las prisiones que a veces son los hombres, pero lo que sí sé es que ese es el camino que debemos recorrer juntos, porque en sí mismos los idiomas son una invitación a hablar con los demás 

Observadores de cicatrices

Poetas. El observaba las mías, entre mis letras las suyas. Frente a frente con los dados al aire en el mismo espejo de miradas. 

Para que luego no nos digan a nosotros que los sueños se evaporan con solo mirarlos,

si digo paz

digo versos,

estas son nuestras palabras bien jugadas