sábado, 24 de septiembre de 2016

El amor nos hace inalcanzables




Pasé toda la tarde tirado en la cama
Hola-hola pero no ha pasado nada, solo miradas sonrientes entre los dos para la hora de cambio de clase, y nos miramos siempre, fijamente a los ojos, recorriendo una historia entre nosotros que casi podemos mirar con un fondo de atardecer en Gran Vía.

Yo vivo pendiente de encontrarme con ella, como si tuviera que tirar del hilo de una conversación para seguir habitando esta distancia que todavía nos separa, esta vez apenas un metro a la entrada al Instituto siguiendo una estela de pasillos, y minutos que faltan para que termine la clase de literatura, y desear volver a cruzarme cruce con ella, saber cómo serán las primeras palabras entre nosotros, porque todavía no nos han presentado



Porque el amor nos hace inalcanzables, nos sumerge durante horas en conversaciones que ni siquiera han tenido lugar, con los pies colgando en la barandilla de una tarde de sol en Bernabeu, solo, lejos de los demás, espero el siguiente día de clase, la siguiente oportunidad de hablar con ella, con cientos de preguntas y respuestas, pero siguiendo el recorrido de una historia que me va a conectar a la realidad más que ninguna otra, aunque ahora me impulsa a recorrer una zona de marcha con mis amigos, a la que sé que ella nunca va, por eso digo que no, es inútil estar allí si ella nunca está, decido no seguir con ellos, regresar a casa para soñar con el siguiente día de clase

Porque el amor nos hace inalcanzables, nos aleja de amigos con los que vivir la fiesta del fin de semana en los bajos de Argüelles, nos impulsa a recorrer lugares trazados por el destino, lugares que dejan caer la posibilidad de desaparecer si abres la puerta equivocada. Cada día de clase que pasa, cada rato libre tirado en la cama después de comer, lo paso imaginando cómo será la siguiente vez, y siempre acaba este sueño en un beso, como un cuento de príncipes y princesas, de los de fueron felices y comieron perdices. Pero lo que no nos dijeron es hasta cuando, o quizás el hasta siempre se nos fue borrando poco a poco de la memoria, y ya solo somos capaces de recordar el fueron felices y comieron perdices,
Porque el amor nos hace inalcanzables,  nos impulsa hacia el final de los cuentos aunque la realidad parezca no tener fin, nos hemos quedado sin para siempre todos los enamorados que soñamos, pero entonces, el hasta cuando, da igual, mis sueños con ella siempre acaban en un beso, y siguen a una historia intensa, divertida, entrañable, insuperable...y precisamente esa, esa historia que preceda a nuestro primer beso, tiene que ser la más increíble de todas, más sorprendente a los demás, única, especial, inigualable…tantas de nuestras miradas se merecen la mejor historia de todas
Y por estoy tirado en la cama cada tarde, con la almohada cubriéndome la cara a contraluz, hasta que llega la hora de una cena rápida, de la que escapo lleno de excusas con una fruta en la mano, para ponerme el pijama a toda prisa, a la hora de ponerme el pijama y poder por fin dormir como todo el mundo, pensando en ti, y en esa historia que nos va a unir al día siguiente, aunque no haya estudiado, pasado apuntes a limpio ni hablado con ninguno de mis amigos

Porque el amor nos hace inalcanzables, nos impulsa a correr lejos del resto de personas que no sean tú, nos aleja de nuestras obligaciones diarias, sin ser conscientes de que ese quizás sea algún día, nuestra única obligación, y nuestro auténtico trabajo sea, escribir historias con forma de poema, cuentos o relatos sin fin. . Y entonces comprendí, gracias a esto, que había llegado por fin al lugar que preceda a nuestro primer beso, imaginándome una historia contigo.

domingo, 18 de septiembre de 2016

No se puede regresar de la ciudad

Todavía está lloviendo y haciendo ruido en las lunas del coche. En el capó las gotas repiquetean a la velocidad de cosas que me han pasado esta noche, como luces de despedida a Madrid viajo solo por la carretera.

Antes, si salía, volvía a casa para cenar, o te encontraba dormida esperando ese último beso en la mejilla. Te lo daba, con una sonrisa que no conseguía abrir tus ojos,  pero que me hacía sentir que no estaba solo. Mientras tu cuerpo con mi cuerpo, en forma de cuchara, anidaba en nuestra cama con forma de pájaros desnudos.

Pero ahora, después de ti
no intento hacerlo bonito,
intento hacerlo real si alguien se deja estar conmigo
meterle mano por ne-ce-si-dad hasta darme cuenta de que he tocado fondo.

Ahora al regresar a casa con suerte encuentro alguien y dudas con desesperación, a veces vuelvo solo, la mayoría de veces, y lo peor es que no sé cómo parar esa marea de encuentros con otras personas, contactos visuales, físicos, con palabras cariñosas...que he vivido, que a veces no me dejan nada como regalo, ni palabras de esas que no se olvidan, solo revoluciones para conquistar a alguien que pueda pasar conmigo esta noche que se acaba. Estoy solo con los nervios a flor de piel, y si consigo llegar a casa, no sabré detener el ruido que hago al cerrar esa puerta de entrada con llave, como si mi casa se pudiera convertir en una celda de la que no pueda volver a salir aunque yo quiera. Ahora mismo no sé cómo quitarme esa voz gritándome que no soy nadie si me engaño a mi mismo, y digo que no necesito a nadie más, que no quiero rebajarme a alguien que no pueda durar mucho tiempo en mi vida, por mucho que necesite desnudarme con alguien ahora mismo. Esa voz grita fuerte que no puedo regresar solo, que me vaya con quien sea aunque esté diluviando,

porque
no se puede regresar de la ciudad
dejar a miles de personas a tu espalda,
cientos de ellas que te encuentras
decenas que te miran bien
algunas que quizás tú también conozcas
sin nadie a donde ir
sin nadie que recoja con sus brazos abiertos mis emociones

Nadie que me despierte con los besos de la mañana siguiente.
Nadie que me acompañe para ver pasar la noche con los ojos cerrados.
Sin nadie a quien poder abrazar y quitarme este calentón,
esa bajada de camiseta en topless de cubatas
mientras veo pasar la música entre tus piernas.

Quiero dejarme arrastrar por este cuerpo que no me escucha.
Cada kilómetro de carretera que me aleja de esta ciudad, me recuerda que en esta línea recta de pensamientos, cualquier cuerpo desnudo es el mismo lugar donde poder vaciarme, y sentir todo lo que necesito ahora. Más de una noche, todas las semanas, todo el fin de semana, dos o tres días por semana, durante una semana entera no podría evitarlo, aunque quisiera entrar y salir de todas vuestras noches de sonrisas y cervezas, quiero hablaros de mi vida, amando las vuestras,

porque
no se puede regresar de la ciudad
dejar a miles de personas a tu espalda,
cientos de ellas que te encuentras
decenas que te miran bien
algunas que quizás tú también conozcas
sin nadie a donde ir
sin nadie que recoja con sus brazos abiertos mis emociones-rotas.


Parte primera de "No se puede regresar de la ciudad"+Carlos Meiek
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viernes, 16 de septiembre de 2016

LA ESPUMA DE LOS ABRIGOS

No es nada nuevo, me afecta la lluvia que cae detrás de los cristales>aunque esas gotas tengan por dentro forma de bañera>quiero que nuestra historia empiece desde fuera, desde las tormentas, y que esto solo sea nuestro refugio entre cuatro paredes. Poderte medir los pasos que habitan en mí. Desde siempre. Mañana. Sin miedo.

Carlos Meiek con el lenguaje que utiliza signos magnéticos direccionales, y el mundo abierto a la imaginación
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