domingo, 18 de septiembre de 2016

No se puede regresar de la ciudad

Todavía está lloviendo y haciendo ruido en las lunas del coche. En el capó las gotas repiquetean a la velocidad de cosas que me han pasado esta noche, como luces de despedida a Madrid viajo solo por la carretera.

Antes, si salía, volvía a casa para cenar, o te encontraba dormida esperando ese último beso en la mejilla. Te lo daba, con una sonrisa que no conseguía abrir tus ojos,  pero que me hacía sentir que no estaba solo. Mientras tu cuerpo con mi cuerpo, en forma de cuchara, anidaba en nuestra cama con forma de pájaros desnudos.

Pero ahora, después de ti
no intento hacerlo bonito,
intento hacerlo real si alguien se deja estar conmigo
meterle mano por ne-ce-si-dad hasta darme cuenta de que he tocado fondo.

Ahora al regresar a casa con suerte encuentro alguien y dudas con desesperación, a veces vuelvo solo, la mayoría de veces, y lo peor es que no sé cómo parar esa marea de encuentros con otras personas, contactos visuales, físicos, con palabras cariñosas...que he vivido, que a veces no me dejan nada como regalo, ni palabras de esas que no se olvidan, solo revoluciones para conquistar a alguien que pueda pasar conmigo esta noche que se acaba. Estoy solo con los nervios a flor de piel, y si consigo llegar a casa, no sabré detener el ruido que hago al cerrar esa puerta de entrada con llave, como si mi casa se pudiera convertir en una celda de la que no pueda volver a salir aunque yo quiera. Ahora mismo no sé cómo quitarme esa voz gritándome que no soy nadie si me engaño a mi mismo, y digo que no necesito a nadie más, que no quiero rebajarme a alguien que no pueda durar mucho tiempo en mi vida, por mucho que necesite desnudarme con alguien ahora mismo. Esa voz grita fuerte que no puedo regresar solo, que me vaya con quien sea aunque esté diluviando,

porque
no se puede regresar de la ciudad
dejar a miles de personas a tu espalda,
cientos de ellas que te encuentras
decenas que te miran bien
algunas que quizás tú también conozcas
sin nadie a donde ir
sin nadie que recoja con sus brazos abiertos mis emociones

Nadie que me despierte con los besos de la mañana siguiente.
Nadie que me acompañe para ver pasar la noche con los ojos cerrados.
Sin nadie a quien poder abrazar y quitarme este calentón,
esa bajada de camiseta en topless de cubatas
mientras veo pasar la música entre tus piernas.

Quiero dejarme arrastrar por este cuerpo que no me escucha.
Cada kilómetro de carretera que me aleja de esta ciudad, me recuerda que en esta línea recta de pensamientos, cualquier cuerpo desnudo es el mismo lugar donde poder vaciarme, y sentir todo lo que necesito ahora. Más de una noche, todas las semanas, todo el fin de semana, dos o tres días por semana, durante una semana entera no podría evitarlo, aunque quisiera entrar y salir de todas vuestras noches de sonrisas y cervezas, quiero hablaros de mi vida, amando las vuestras,

porque
no se puede regresar de la ciudad
dejar a miles de personas a tu espalda,
cientos de ellas que te encuentras
decenas que te miran bien
algunas que quizás tú también conozcas
sin nadie a donde ir
sin nadie que recoja con sus brazos abiertos mis emociones-rotas.


Parte primera de "No se puede regresar de la ciudad"+Carlos Meiek
Licencia de Creative Commons
No se puede regresar de la ciudad by Carlos Salas Ruiz is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://carlos-meiek.blogspot.com.es/.
Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://carlos-meiek.blogspot.com.es/

No hay comentarios:

Publicar un comentario